miércoles, junio 24, 2009

Lo más efectivo contra la Tartamudez es tratarla antes de los 6 años


Lo más efectivo contra la tartamudez es tratarla antes de los 6 años




Pasada esa edad puede revertirse pero sólo en forma parcial, advierten especialistas




Información Información aparecida el 24 de junio de 2009 en la Página Web: http://www.quilmespresente.com/notas.aspx?idn=197474&ffo=20090624



Durante años, la recomendación más común de los pediatras a los padres de chicos con dificultades de fluidez en el habla era esperar, ya que en muchos casos el problema desaparecía con la edad. Hoy sin embargo se sabe que esa recomendación puede ser altamente perniciosa para algunos chicos. Cuando existe predisposición a la tartamudez -alertan los especialistas- demorar un tratamiento después de los 6 años equivale a perder las chances de una reversión total.


Este enfoque terapéutico no es lo único que ha cambiado con los años en el campo de la tartamudez; también la percepción acerca del impacto que produce. Subestimada durante mucho tiempo, la disfluencia -como se la llama técnicamente- es reconocida hoy como un trastorno que causa enorme daño emocional y lleva al aislamiento de las personas que lo sufren.


Por temor a ser objeto de burlas, muchos disfluentes limitan sus actividades y su vida social hasta límites inimaginables. Al vivirlo como algo que da vergüenza, algunos desarrollan además estrategias cada vez más complejas para ocultar su problema. Y de ese modo, lejos de solucionarlo, lo refuerzan.


De ahí que el tiempo juega un papel clave en el tratamiento de este trastorno. "Lo más efectivo es tratarlo antes de los seis años, cuando el lenguaje aún no está consolidado. Hasta ese momento, la dificultad puede revertirse totalmente; más tarde sólo en forma parcial", sostienen desde la Asociación Argentina de Tartamudez.


El mayor obstáculo está en que no es infrecuente que antes de los seis años los chicos titubeen o repitan sonidos al hablar. Pero mientras que en algunos de esos casos se trata de una dificultad propia de la edad; en otros oculta una predisposición genética que afecta a un 2% de la población mundial y, de no ser reconocida a tiempo, puede producir dolorosas consecuencias.


COMO RECONOCERLA:.

Cada disfluencia es única como un huella digital. Hay una gama enorme de formas en que se manifiesta la falta de fluidez al hablar: algunas personas repiten sonidos, otras cortan las palabras o no las encuentran, o llegan tarde a ellas. En cualquier caso, se trata de una dificultad que empieza a desarrollarse muy tempranamente, entre los tres y cuatro años de edad", explica Consuelo Machicote, fonoaudióloga especialista en este trastorno.

A diferencia de los errores normales de fluidez que suelen tener los chicos a esa edad, "la disfluencia está siempre acompañada de tensión. Es la tensión del esfuerzo por resolver la dificultad. Algunos chicos aprietan los dedos de los pies, cierran los puños o cabecean. Es importante que los padres estén atentos a ese tipo de señales y no duden en buscar ayuda especializada; cuanto antes, mejor", recomienda la especialista.Por tratarse de un trastorno que parte de una predisposición genética, "no menos importante es preguntarse si no hay antecedentes en la familia", sugiere Machicote.


DESENCADENANTES: .

Aunque de base biológica (localizada en el hemisferio izquierdo del cerebro), la disfluencia es un trastorno multifactorial. De hecho, no todas las personas con predisposición genética a sufrirla la desarrollan. Existen distintos factores ambientales y psicológicos que pueden disparar la tartamudez.
"Algunas situaciones traumáticas durante la infancia, como la separación de los padres, una mudanza, el nacimiento de un hermanito o las burlas pueden desencadenar la disfluencia en chicos que ya tienen predisposición. Pero en general, lo más determinante es el entorno familiar", dice Machicote.
"En muchos casos son los propios modelos familiares, el papá y la mamá, los que imponen sin darse cuenta una velocidad en el habla a la que estos chicos no pueden llegar; y es esa demanda la que los hace chocar", observa la fonoaudióloga.
"Hay quien definió alguna vez a los disfluentes como ´personas genéticamente dotadas para hablar más lento´ -agrega-. Cuando el entorno reconoce y respeta esa característica, el transtorno no aparece".